HabÃa una vez, hace ya muchos años, un niño llamado Alex. Alex tenÃa una hermana melliza llamada Lorea, a la cual, nada más nacer sus padres la apuntaron apresuradamente a ballet, pues era lo que se estilaba entre las niñas de la escuela a la que asistÃa. Lorea no era ninguna prima ballerina, no destacaba entre todas las demás niñas de la academia, a decir verdad, era la bailarina más floja de clase, parecÃa que siempre tenÃan reservado para ella un sitio especial en última fila. En clase la mayorÃa de los dÃas pasaba totalmente desapercibida, cosa que empeoraba aún más en festivales y recitales. Tan imperceptible e invisible era que ni siquiera sus padres llegaban a reconocerla al visionar los bailes que grababan en los festivales a los cuales asistÃa su hija. Por suerte para Lorea, después de un tiempo la cosa empezó a cambiar. Todo cambió cuando su hermano, Alex, se apuntó por deseo propio a danza clásica. A diferencia de lo que sucedió con su hermana, a las pocas clases Alex ya era el mejor alumno de clase. Destacaba por su gracia y simpatÃa, combinando gracilidad y expresión a una edad increÃblemente temprana. TodavÃa destacaba más gracias a su condición, ya que era el único chico de toda la escuela. En seguida se adaptó muy bien al grupo y seguÃa el ritmo de las clases perfectamente, cosa que solo hizo que su hermana decayera todavÃa más, increÃblemente desesperada y frustrada ante la enorme facilidad con la que su hermano danzaba. Lorea hizo saltar todas las alarmas, pues cada vez tenÃa una actitud más anÃmica y decaÃda, estaba profundamente deprimida, nunca podrÃa cumplir su sueño, su única meta en la vida, pues ella querÃa ser primera bailarina de una gran compañÃa de ballet.
Su hermano, ante el terrible estado de ánimo que presentaba su hermana, decidió tomar cartas en el asunto y empezó a ayudar a Lorea. Pidió permiso a la directora de la escuela y empezaron a entrar cada dÃa 2 horas antes de lo habitual. Él la ayudaba a mejorar sus terribles condiciones fÃsicas mediante la realización de diversos (y dolorosos) estiramientos. Lorea habÃa nacido con las rodillas y cadera metidas para adentro, por desgracia tenÃa una herencia genética la cual no le hacÃa nada fácil bailar. También le hacÃa repetir las secuencias de giro que más le costaban, pues Lorea era bastante lenta y no tenÃa buen eje de giro. Trabajaron también sus débiles pies, su alarmante baja condición fÃsica y su poca elasticidad. Su hermano la hizo trabajar encarecidamente noche y dÃa, pues eran los primeros en llegar y los últimos en irse. Lorea no entendÃa porque le hacÃa eso su propio hermano, llego incluso a odiarle y a la directora de la escuela por permitirlo.
Pero los años pasaron y Lorea, para sorpresa de todos, se convirtió en una bellÃsima bayadera, siendo la mejor bailarina de su escuela y alumna predilecta de todos los profesores que formaban parte de esta.
Tan sublime era, que incluso alcanzó a su hermano y supero con creces, para sorpresa de estos, a todos los profesores que habÃa tenido.
A partir de ese momento se produjo un punto y aparte en la vida de Lorea. Tan grande fue el cambio producido que Lorea ya no se asemejaba lo más mÃnimo a la persona que un dÃa fue. Sus notas escolares empezaron a subir vertiginosamente, el ambiente en casa mejoro notablemente, consiguió superar también el trastorno alimenticio que tanto tiempo llevaba arrastrando, a Lorea se la veÃa mucho más relajada y animada, parecÃa haber encontrado una razón para vivir de nuevo.
Pasaron los años y Lorea y Alex se convirtieron en la pareja de baile más famosa del mundo del ballet. Pasaron su vida viajando juntos por todo el mundo, eran invitados honorÃficos en las principales y más importantes galas de danza, y dedicaron su vida entera a hacer lo que más amaban, bailar.